domingo, 10 de agosto de 2008

Biocumbustibles: Otro Fraude que se esconde bajo la mascára del ecologismo

Revista "GREENPEACE en acción" Número 54 | Invierno 2008

Desde hace unos años, los combustibles provenientes de cultivos se transforman en la solución que el mundo persigue para revertir el cambio climático; sin embargo, los últimos estudios científicos indican que no solo no disminuyen el calentamiento global, sino que además se ciernen como una nueva amenaza a los bosques nativos.

Hay algunos malentendidos, a veces malogrados, otras malintencionados, que avanzan a toda velocidad mientras engordan como una bola de nieve. Como el biodiesel, su boom económico, y su ¡bum! ambiental y social. A simple vista parece apenas una palabra energética y ecológica, pero detrás se esconde una trama compleja con riesgos surtidos y pocas ventajas. La Argentina, claro, no lo mira por televisión: tiene desde hace un año una ley que promueve su uso y producción, a pesar de que los últimos estudios científicos cuestionan con dureza su incentivo y los expertos denuncian que se trata de un negocio de exportación en explosión, favorecido por retenciones muy bajas, que de verde tiene poco y nada, y que podría en poco tiempo hacer subir aún más el precio de los alimentos.


La otra palabra clave todavía pequeño mundo ilustrado del biodiesel es la soja. Es un biocumbustible que se hace en base de aceite (de soja). María Eugenia Testa, integrante de la Unidad Política de Greenpeace, explica qué son exactamente los biocombustibles y por qué generaron importancia en los últimos años: "Los biocumbustibles empiezan a imponerse por dos cosas: para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y para terminar con la dependencia de los combustibles fósiles, sobre todo por el aumento del petróleo y por la inestabilidad política de los países que lo proveen. Hay que tener en cuenta que los biocombustibles que provienen de cultivos energéticos no pueden llegar a suplantar totalmente a los combustibles fósiles: se necesitaría una cantidad de hectáreas para cultivar que no existe. Por eso muchos países surgieron leyes para promover que el combustible proveniente del petróleo se "corte" con un porcentaje de biocombustibles". La reglamentación europea estipula un corte de los combustibles fósiles con un5,5 por ciento de biocumbustibles para el 2010 y el 17 por ciento para 2020.



Al determinarse el nivel de emisiones de los biocombustibles falló el complejo cálculo matemático que se lleva a cabo. Se puso en la balanza sólo la mitad de los elementos. Se partió de la base de que si es un combustible que proviene de una planta, cuando se queme, estaría emitiendo la misma cantidad de gases que la planta ya habría absorbido (las plantas durante la fotosíntesis eliminan oxígeno y toman dióxido de carbono). Y el resultado se promocionó como un balance neutro. Sin embargo no es cierto que el balance de mis emisiones de los biocombustibles sea neutro. Diversos factores relativos al insumo utilizado, posibles cambios en el uso del suelo, la tecnología utilizada, son factores determinantes del nivel de emisiones asociadas a un biocombustible dado. En el caso de la soja, hay varios factores a tener en cuenta. Uno de ellos, que deteriora enormemente su contribución climática, es que este cultivo ha estado impulsando la deforestación y por lo tanto su expansión ha generado enormes emisiones por pérdida de masa forestal y cambios en el uso del suelo. El problema es que el proceso es un poco más largo.

En los últimos tres meses diversos medios de comunicación como el diario británico The Guardian, la revista especializada Science y la ONG Nature Conservancy dieron a conocer nuevos estudios científicos que enterraron la vieja aritmética. Un estudio realizado por el Smithsonian Tropical Research Institute, con un método suizo, sobre 26 biocombustibles mostró que si bien durante la quema de veintiún combustibles mostraba una reducción de emisión de gases, comparados con las naftas petroleras, de más del 30 por ciento; 12 de ellos -casi el 20 por ciento- tienen peores impactos ambientales que los combustibles fósiles. Y en esa docena está el producto con el cual la Argentina pretende competir en el mercado de los biocombustibles: el biodiesel a base de soja. a una conclusión similar llegó una investigación de la Universidad de Minnesota.

"En el mundo los casos más graves son los de Indonesia y Malasia. Ahí se avanzó sobre bosques prístinos. Entonces lo poco que podés ganar con el biodiesel lo perdés abriendo estas nuevas tierras. Un fenómeno parecido, pero a otra escala, puede ocurrir aquí en Argentina con la soja y el monte", subraya el biólogo Roque Padace, miembro de Amigos de la Tierra (www.tierra.org).

El agronegocio. "Esto es explosivo", dice, sin medo a equivocarse, el prestigioso economista Jorge Schvarzer. Un grueso documento elaborado hace muy poco por el Centro de Estudios de la Situación y Perspectiva de la Argentina (Cespa) de la UBA -que
Schvarzer dirige- puso la lupa sobre los números del boom del biodiesel argentino.


Un negocio con una historia corta, de apenas dos años, que creció a ritmo exponencial en 2006 y 2007: a razón de un 50 por ciento cada 12 meses. La Argentina produce 745.156 metro cúbicos por año de biodiesel y, muy pronto, cuando se terminen de construir plantas que ya están en marcha, multiplicará por cinco -o seis- ese número. En 2007: a razón de un 50 por ciento cada 12 meses. La Argentina produce 745.126 metros cúbicos por año de biodiesel y, muy pronto, cuando se terminen de construir plantas que ya están en marcha, multiplicará por cinco -o seis- ese número. En 2007 exportó por más de 268 millones de dólares. El secreto de la avalancha de inversiones es la ley, vigente hace algo más de un año, que alienta el uso de este biocombustible, acompañada de una promoción económica importante: mientras la exportación del poroto o soja, o del aceite, tienen una retención del 40 por ciento; el biodiesel sólo deja en arcas estatales el 20 por ciento y, todavía, recibe un reintegro del 2,5. Se hicieron inversiones por unos 200 millones de dólares y los planes de negocios prevén una recuperación total de lo invertido en apenas en año. Producir biocombustibles para el mercado interno no es negocio por el precio subvencionado del combustible basado en el petróleo. La gracia es venderlo afuera. Entre las plantas que está en construcción, las que se anunciaron, y las que ya funcionan, se calcula que se producirán en el futuro cercano 4 millones de toneladas anuales de biodiesel. Para eso se necesitarán nueve millones de hectáreas más cultivadas de soja. Es mucho, si se tiene en cuenta que hoy hay 17 millones de hectáreas cultivadas (es decir, que la soja cultivada debería crecer un 50 por ciento)

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